No tienen prisa las palabras (Carlos Skliar)(Reseña).

Desde el primer momento supuse que el autor conoce bien la obra y admira a Wislawa Szymborska; no es que se parezca el estilo sino más bien me recuerda esa idea permanente en la poesía de la poeta polaca, de conferir una importancia vital a atrapar el instante. Carlos no lo oculta, al contrario, con su poema en la página 32, le rinde homenaje.

Como describe en su prólogo David Roas, el poeta no se detiene, es un viajero que pasa y pasea por este tiempo, acercándonos su visión sugerente y reflexiva. “Sabe que el mundo no le cabe en la mirada, pero lo intenta una y otra vez”.

El poeta, a través de un lenguaje preciso, cercano, límpido nos ofrece su visión, nos acerca los detalles que pasan desapercibidos en nuestro vivir. También nos brinda su poética: “Escribo porque no comprendo. […] Y aún no soy capaz de decir nada.” Enfrenta al hombre contra la magnitud del presente.

Después de leer y releer los poemas de Carlos Skliar uno se sumerge en una estado onríricamente embriagador. Cada vez que termina un poema el lector siente que su testa cabecea de modo afirmativo, como dando la razón poética al autor, como diciendo, me hubiese encantado haber sido yo quien lo escribiera. Que no se acabe el poemario.

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El primer insecto que veo en mi nuevo piso. Lo recibo como a un viejo amigo. Lo dejo quedarse. Le hablo de todas aquellas cosas que no compartiremos.

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Dar la vuelta a la página. No volcarla. Quedarse en medio. En el canto. La quietud de la página que no es anterior ni posterior. Detenerse. Ni en lo ya leído, ni en lo por leer. El estremecimiento de lo que acaba de irse. La incertidumbre de lo que vendrá. A eso puede llamársele, sobre todo, lectura.

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La casa sola durante horas. La sensación de interrumpir algo importante al abrir la puerta.

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La escritura tiene miedo de cerrar sus manos. De acomodarse. De sentirse satisfecha. De darse por terminada.

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